domingo, 3 de agosto de 2008

Algo del baúl ...

Cuando tenia 7 u 8 años viví un accidente en la carretera con mi familia. Íbamos a Magdalena, el carro era un chevrolet 72 con estacas, adelante mi mama, mi papa y mi hermana pequeña, mi hermano y yo íbamos atrás, nos encantaba ir de coleros, sin importar a que fuera, una visita aburrida a familiares, o una divertida si estaban primos o algo pesado si nos ponían a ayudar en lo que fuera, todo lo valía con tal de disfrutar el paseo, la aventura que era viajar en la parte trasera descubriendo cualquier cosa en el campo o en los autos que pasaban o pasábamos.

El carro se quedo sin frenos y empezó a arder, había lumbre por el frente y mi hermano y yo no nos dábamos cuenta, solo disfrutábamos el aire caliente del desierto en nuestras caras. De repente vino la sorpresa, el carro salio de la carretera y de el salieron corriendo mi madre y mi padre con mi hermana en los brazos, no se a que velocidad iríamos, a mi me paresia muy rápido pero ni mi mama ni mi papa se lastimaron al salir del carro que seguía, o al menos no lo recuerdo (que egoísta!). Nos gritaron que saltáramos, y hasta ese momento yo me di cuenta que el carro estaba incendiándose. Fue todo tan rápido e impresionante! No lo pensé ni un instante, como gato asustado salí corriendo hacia atrás y me lance al vacío (cuando uno tiene 7 u 8 años eso se siente como lanzarse al vacío), en la caída me di un catorrazo que no recuerdo muy bien, pero que importaba, me había salvado de las llamas o de la posible explosión, solo me recuerdo en el suelo adolorido y mi mama gritándome desde lejos algo que no entendía.

Para mi mala suerte, el carro tenia otros planes, podemos llamarle a partir de aquí el carro-asesino. Después de que yo salte fue y se estrello con algo y aun prendido (muy prendido porque funcionaba el motor y estaba en llamas todo el) se le voltearon los cambios (así lo comentaban los adultos) y decidió meter reversa y regresar por mi, el muy maldito. Yo en el suelo medio desperté con los gritos, al voltear a mi izquierda, aun tirado y adolorido(pero a salvo de las llamas jeje) lo vi venir derechito a mi. No se si en ese momento tragué saliva, o solo trago saliva cuando lo recuerdo, la llanta estaba quizá a dos metros de mi torso y avanzaba con un rodar decidido, solo alcance a arrastrarme dando dos brazadas cuando la llanta me alcanzo las piernas. Antes de que la otra llanta llegara mi mama me alcanzo y me arrastro fuera de su camino, yo no recuerdo eso porque después de la primera llanta me 'resetie', solo recuerdo que después lloraba de la mejor manera que un niño de 7 o 8 años puede llorar en esa circunstancia, recuerdo que estaba muy asustado, sentía MIEDO como si el carro-asesino fuera una persona que decidió hacerme daño y que podía volver, recuerdo que mucha gente llego a auxiliarnos y que sentía que las piernas me ardían y me desesperaba que nadie me entendiera que sentía como si tuviera las piernas en las brazas, pedía agua y me daban a tomar, pero yo lo que quería era un remojon en las piernas. La llanta me paso a la altura de las rodillas y no me quebró ningún hueso, solo me arranco un trozo grande de piel de la pierna izquierda, y me dejo algunas secuelas pero nada graves, aun tengo esa cicatriz grande. Al final el carro-asesino se fue deteniendo poco a poco con los arbustos y mi hermano bajo de el tranquilamente con ayuda de mi padre, aun tengo esa imagen grabada en la memoria. Aquí pueden reírse, mi hermano fue muy listo, nunca le he preguntado como vió el todo desde arriba, pero lo hare pronto, ya les contare. De hecho nunca le pregunte a nadie como se sintieron, no supe si alguien mas salio lastimado, en mi papel de victima principal del carro-asesino no me preocupé por nadie mas.

El accidente no fue tan traumático para mi como imagino que lo fue para mi madre que me salvo del segundo aplastón del carro-asesino(Mama, nunca te podre agradecer lo suficiente, nunca te he dicho todas las veces que has sido mi héroe). Pasaron los días y cuando ya no tenia dolor-ardor tube animo para saborear lo bueno que pude rescatar de la experiencia: mes y medio de vacaciones y la indulgencia de familia y amigos, lo cual es genial si tienes 7 u 8. En la escuela había un niño con el que siempre peleaba por el lugar en el salón de clase, se llamaba Fernando. Desde que inicio el año cada uno había asumido que el lugar era suyo, así que el que llegaba temprano lo tenia, y siempre peleábamos un poco. Cuando volví a la escuela después del accidente algunos niños me preguntaban que me había pasado, la mayoría de ellos se habían enterado. Durante la ceremonia a la bandera Fernando me hablo y me dijo " <$BlogOwnerNickName$> , de hoy en adelante el asiento es tuyo y no voy a volver a quitártelo". Fue un gesto de amistad que unos años después llegaría a significar mucho para mi.

Un lunes, durante el primer año de la preparatoria, cuando ya no eramos niños, Fernando no regreso mas a la escuela, falleció sin que nadie se diera cuenta.

No hay comentarios: